martes, 10 de junio de 2008

Es medianoche...

Es medianoche y se organiza una tácita carrera por el agua.

Los insectos entran por las ventanillas. Hay ojos afuera, entre los plantíos. Hay voces que vienen desde la oscuridad del campo.

De un vagón a otro pasan los niños llevando sus gritos agudos, mientras baja la intensidad de las luces y las mariposas nocturnas desesperan, y las mujeres gritan, y los niños aplauden con esas manitos mugrosas, y las chicharras se chocan contra los ventiladores y caen sobre algún pasajero que duerme, aunque le pisen los pies y se lleven por delante el brazo que incurre el peligroso límite del pasillo.

Perdemos conciencia del tiempo.

Algunos duermen en las piletas de acero inoxidable.
Algunos dormitan sobre hombros ajenos y se les cae la cabeza y no se sabe qué hacer con la cabeza.

LA BITÁCORA POÉTICA DE VALERIA ZURANO

Muchos poetas de todos los tiempos y lugares compararon la vida con un viaje.
Un ir y venir por caminos que se unen, se cortan o se entrecruzan.
Un desplazamiento continuo cuyo destino no siempre es el esperado.
Y es que los viajes nos transforman y nos invitan a reflexionar hacia dónde vamos.
Nos permiten entender de un modo particular el mundo cuando se convierten en relato.
Precisamente a través del relato de viajes, nos embarcamos a una aventura guiada por la imaginación y la memoria.
Cuando
rememoramos y narramos un viaje no sólo representamos a sociedades o culturas distintas,
sino también nuestras propias vidas interiores, como un ejercicio de reflexión sobre nosotros mismos.
El libro El gran capitán (crónica de un viaje al litoral) de Valeria Zurano es un viaje cuya travesía en tren nos
permite ver la vida de los “otros” desde las ventanillas y donde la estación central es uno mismo.

El gran capitán
está escrito a manera de una crónica poética.
Tal vez la crónica es uno de los géneros que más se acomoda a estos tiempos, por su carácter híbrido,
su estructura versátil, su polifonía textual, ya sea en el uso de variadas técnicas, distintas voces o la misma
recurrencia a otros géneros como el ensayo, el reportaje, el cuento, la prosa poética, etc.
Si bien toda crónica lleva implícita la noción de tiempo, ya que relata acontecimientos en orden cronológico;
sin embargo, en la actualidad está considerada como “la instantánea que recoge lo efímero, lo mutable,
lo circunstancial para convertirlo en memoria colectiva” (Cecilia Cuesta).
El libro de la poeta argentina no sólo permite que la peripecia de los pasajeros del Gran Capitán
quede como un registro poético de la memoria colectiva, sino también contribuye a la construcción
de una identidad social e incluso personal. Puede ser que el tren El Gran Capitán no ande más sobre los
rieles de Buenos Aires a Posadas, pero aún sus ruedas siguen avanzando en la memoria de sus pasajeros.
En Valeria Zurano el tren se detuvo cuando terminó de escribir el libro, para nosotros comenzó a andar cuando
empezamos a leerlo.
El libro de alguna manera plantea una intertextualidad implícita que enriquece la tradición de la literatura latinoamericana
al hilvanar el rastro de escritores como García Márquez y su mítico tren
amarillo que llegaba a Macondo; Juan Rulfo
y su mágica Comala habitada por muertos;
Jorge Luís Borges y sus disquisiciones con el tiempo.
Precisamente el tren como símbolo de lo transitorio, la muerte y el tiempo, se constituyen como ejes temáticos
de este gran viaje. El tren es el elemento que conecta el espacio exterior con el interior.
Por las ventanillas se puede ver que afuera hay un mundo que padece hambre, miseria, injusticia,
pero adentro también cada pasajero está sumido en el sufrimiento, y más adentro aún hay una tristeza infinita,
una soledad que aumenta con la distancia.
El otro tema central del libro es la muerte.  Ese sentimiento invade al lector desde el inicio de la lectura del texto,
sin embargo hay una lucha interior que la combate. Fácilmente no nos entregamos a ella, porque a pesar de ella
seguimos existiendo. La poeta dice: “Estas pequeñas tumbas nuestras que nos designan lugares tan hermanados
con la muerte; nos han quitado las canciones y la lluvia, nos han arrancado los ritos para invocar las muertes,
y ahora, nos matan cada día./ Te hablo,
en el silencio de la noche; sobre los cuerpos fragmentados por la quietud.
Te
cuento ignorando si los ojos están abiertos o cerrados. / Es la invocación de los ausentes que como sueños
de presencias regresan para jugar en esos mundos de fantasmas, y entonces, un fulgor recorre el cuerpo en la
noche viajera”.
Finalmente, el tiempo cumple un rol importante en el texto. En realidad, la pérdida de la noción del tiempo es lo que
permite traspasar los límites de los vagones del tren, del panorama circundante, de la existencia misma.
En un poema Borges escribió: “Mirar el río hecho de tiempo y agua / y recordar que el tiempo es otro río, /saber que
nos perdemos como el río /y que los rostros pasan como el agua”. Curiosamente el viaje de Valeria era hacia
Iguazú, cataratas hechas de tiempo y agua. Si bien su travesía estaba rodeada de un ambiente de muerte,
su destino no era ése, sino las aguas refrescantes de la vida. Con cada libro renace la esperanza de que es posible
luchar contra la muerte.
                                                                                                           
Rosa Núñez

Escritora, Lic. en letras- Perú

“El gran capitán” de Valeria Zurano o la belleza de los caminos.

Reynaldo Lacámara, poeta, presidente Sech

Tal vez, como nos recuerda la sabiduría oriental, lo más hermoso e importante de cualquier viaje no está en el punto de partida o de llegada, sino en el camino. Es ese el espacio que nos recrea y nos permite en definitiva “viajarnos” en el transito breve o no tanto de geografías humanas y de las otras que asoman en el umbral de cada estación, aeropuerto, muelle o maravillosamente cada mañana al salir de casa en el viaje cotidiano y por lo mismo desatendido en sus matices de asombro y contradicciones.

Todo viaje, de ida o de regreso, no es sino – al decir de los griegos clásicos- un kairos (un tiempo de plenitud), de conocimiento personal y de los demás. Podríamos afirmar, sin pretensiones esotéricas de ningún tipo, que todo viaje es un proceso iniciatico en el cual nos introducimos con la ansiedad y el anhelo de todo aprendiz que no sabe bien todavía que le ofrecerá el camino.

Valeria Zurano nos en este libro nos ratifica la importancia del camino, que ya he mencionado. Lo hace a partir de certeras y logradas pinceladas poéticas en las cuales los paisajes, las carencias tan vitales como el agua o el sueño, los rostros y los miedos no son otra cosa que espejos – algo trizados- en los cuales el lector, o más bien el viajero, deberá atreverse a reconocer su propias migajas multiplicadas en el espacio rectangular que le devuelve su propia imagen.

El riesgo de aceptar esta invitación no es menor. Supone en cada uno la capacidad, ciertamente adormecida, de protagonizar a partir de una autoconciencia personal y social crítica-deliberante, un viaje personal e irrepetible marcado por la presencia liberadora de la palabra como elemento cualificador de la experiencia humana, pero también como espacio o herramienta privilegiada e insustituible en la construcción de nuevos paisajes donde el ser humano ocupe, por fin, la centralidad urgente de la historia.

El riesgo, en todo caso, si bien no es menor es cautivador y hace de este viaje travesía y no simple traslado.

Valeria con la profundidad de su mirada, capaz de transformar la imagen duramente objetiva en propuesta poética de tramos sobrios y consistentes, breves en algunos casos, nos conecta a través de ellos con el encanto de la palabra precisa, elegida en función de la imagen y no de la estéril y cacofónica esgrima verbal a la que a veces nos tiene dolorosamente acostumbrado cierto universo literario (poético y narrativo) en que el lenguaje pareciera ser un fin en sí mismo y no la excusa para crear y recrear mundos y universos habitables y estéticamente gratos en la dinámica del verbo y la imagen. La poeta en este caso ha sabido ponerse y ponernos a salvo de todo aquello.

Es este un libro para ser leído con la “tranquila inquietud” de quien desea hacer de su propio viaje un recorrido de mirada atenta y asombrada. Es un libro para aquellos que seguimos porfiadamente creyendo en el encanto de las partidas…y cada vez menos en las llegadas…o talvez sea sólo el camino la meta y la llegada ¿quién lo sabe con certeza?

“Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca

debes rogar que el viaje sea largo,

lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,

ni la cólera del airado Posidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta

si tu pensamiento es elevado, si una exquisita

emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.”

Nos recuerda Kavafis al inicio de su poema “Itaca” y luego de llevarnos a viajar con él nos despide recordándonos:

“Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.

Sin ellas, jamás habrías partido;

mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.

Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,

sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.”


El motivo del “viaje” ha sido y lo será por siempre parte del equipaje del imaginario literario de la humanidad. En él nos encontramos, nos reinventamos, no soñamos y nos sacudimos el polvo de falsa estabilidad. Esa que intenta hacernos olvidar que nacimos para los caminos, los trenes y los barcos.

Valeria y su “Gran capitán” pueden, nuevamente ayudar a levantarnos del sofá.


domingo, 4 de mayo de 2008

Próxima presentación del Libro El Gran Capitán

La Dirección de Arte y Cultura del Municipio de Morón, invitan a Usted a la presentación del libro

El Gran Capitán – Crónica de un viaje al Litoral

de Valeria Zurano

Este Libro fue editado en Santiago de Chile, en Enero de 2008.

Comentarán el libro:

Reynaldo Lacámara (Pte. de la Sociedad de Escritores de Chile)
Rosa Núñez Pacheco (Escritora, Perú)
Inés Manzano (Poeta, Buenos Aires, Arg.)
Ely Cabral (Periodista, Buenos Aires, Arg.)
****

Músicos Invitados: Gabriel Amadeo Videla, Héctor Correa, Norberto Ocker
Presentación y Representación Teatral: Cintia Luján
****

El acto se realizará el día Viernes 9 de Mayo a las 19.30 hs. en el Teatro Municipal de Morón, Brown esquina San Martín, Morón (Frente a la Plaza), Provincia de Buenos Aires.

“Los viajes dejan rastros en el cuerpo. Los viajes hacen escaleras y túneles en el alma.”

Brindis de Honor.-
Entrada Libre y Gratuita

Gracias por difundir.-

Presentación del Gran Capitán en Buenos Aires


QUERIDA VALERIA:
He recorrido uno a uno los vagones de El Gran Capitán. Pude ver por tu ventanilla luminosa o nublada, el adentro y el afuera de la vida y ese olor a alma que impregna cada vagón, cada poema-vagón, cada paisaje observado con los ojos del sentir... tu sentir. Me gustó ese viaje de ida y de vuelta del ser y de tu ser y con todo lo que queda o se va en cada asiento...los vaivenes de la realidad que nos toca y que te toca, tus crónicas desde el yo,"... ya no soy más que este sueño"; desde el tú, "esta flor desmayada en la forma cilíndrica de mis manos, es la triste oración que me queda para traerte a la memoria";desde el nosotros que "nos deslizamos por el infierno, intentando sobrevivir a la imagen que nos persigue"; desde el ellos que "a todo le ponen precio",desde ella, Norma, "abre la bolsa y los niños esperan" . Me llegó hondo esa mezcla de búsqueda y esa mezcla de pérdida y ese reencontrarse con lo vivido y con lo vívido... Cuántas más cosas te podría decir, podría sentir, pero quise, como te anticipé en la presentación, quise aprovechar la sensación de estar subida a tu tren y trasmitirte el momento en que subí al Gran Capitán, tren de vida y muerte, que sabe dirigirse junto a vos, hacia las vías de la conciencia y el amor.
Te mando un gran abrazo, te felicito y auguro que se sumen los pasajeros de este tiempo nuestro!!!!!

María Paula Mones Ruiz

PD: Y estoy segura de sacar otro boleto y viajar nuevamente y sentarme donde pueda...

sábado, 29 de marzo de 2008

Presentación en Centro Cultural de la Cooperación - 28 de Abril

Gabriel Amadeo Videla / Norberto Ocker / Héctor Correa



Cintia Luján / Leopoldo "Teuco" Castilla / Valeria Zurano / Reynaldo Lacámara / Gregorio Angelcos

jueves, 21 de febrero de 2008

Comentario de la escritora Mónica Suárez (Mexico, DF.)

Tuve la suerte de conocer a la poeta y escritora Valeria Zurano hace algún tiempo, desde el principio me impresionó su voz poética, por su fuerza y belleza. Gracias a esta cercanía tuve oportunidad de conocer un borrador del Gran Capitán; aunque por desgracia desconozco el libro terminado. Aún así en los fragmentos que mencionan tanto Gregorio Angelcos como Silvina Riqueiros, reconozco la voz de Valeria y sus personajes espejos. Y aunque concuerdo con muchos de los comentarios de ambos escritores, respecto al trabajo de Valeria, cuando leí el texto, preeliminar, más que pensar en Borges, pensé en Nietzsche y en su eterno retorno: en esa perpetua repetición del viaje de la vida y de la muerte, que el tiempo interior de los personajes, en especial del personaje narrador, hace que parezca eterna la temporalidad del viaje físico, imprimiendo a los hechos tanto exteriores como interiores esa nostalgia triste del viaje de la vida que no podemos abandonar en cualquier estación de tren. Felicidades Valeria por está crónica poética.

Mónica Suárez, desde México, D.F.

martes, 19 de febrero de 2008

Texto de Presentación del Gran Capitán por Enzo Borroni

“Viajo para que los demás me pierdan de vista. Entonces les escribo para que vuelvan a encontrarme”
Pierre Foglia.

“He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él”
Mark Twain

Por: Enzo Borroni Ricardi.

A la Zurano la conocí un mediodía soleado de noviembre del año pasado en la calle Arturo Prat. Estaba con Gregorio Angelcos, se habían conocido en San Juan, y ahora nos disponíamos a un viaje, al igual que el Gran Capitán. La cita era en el litoral central, Vicente Huidobro, los ropajes que de él deben quedar en su ataúd y un guardia sacado de un film de Stanley Kubrick, nos esperaban.
Algo unía a estos dos poetas, un tren, un viaje, uno para llegar a Misiones, el otro para recoger sus huesos en su cama de cemento en Cartagena.

El Gran Capitán de Valería Zurano, tal como ella dice es una crónica al litoral, una bitácora de lo que se logra ver y lo que está al doblar la esquina del ojo izquierdo.
Parte con un adiós de un personaje clandestino, despedida de un él o la, que no sabemos su procedencia ni el código genético de su sombra.

Sus brazos largos, son dos rieles por donde el longevo tren de sus imágenes bajarán al infierno a preguntar si acaso las escritura eterniza, entendiendo al ser humano como la palabra más notablemente inventada, y el viaje, el tren por donde se escabullen las preguntas que a medida las estaciones pasan, llegan y se quedan como respuestas.

El destino es un oráculo sin dueño, “Las cartas del azar intentan jugar la suerte del viaje, como si fuera el destino, que aún les perteneciera, cuando el destino ya está en otras manos”. cita Zurano

Esta crónica se escribe con ojos, gargantas y oídos. Este relato en donde la realidad y la ficción se entrelazan en una nuevo orden, son tan auténtica como la del resto de los pasajeros.

La materia se pasea con sus átomos y al registrarse en el hotel del cuerpo toman formas humanas. Por ejemplo el Calor funciona como el torturador del viaje, pero también da la calma angustiosa de la inmovilidad y entrega el catalejo mágico que acerca el rostro de los pasajeros y así el primer contacto de quienes también viven su propio viaje.

La sed de los pasajeros es otro martirio. La imagen del oasis aparece justamente cuando logran apagar ese maldito asesino de gargantas y lenguas secas crucificadas al paladar “Algunos encontraron el refugio en la pileta donde enjuagarse, y atesorar el agua para dormir delante del grifo, olvidando que detrás hay otros en la fila con bocas sedientas, con niños llorando, con la vista perdida en algún charco”

Repleto de personajes anónimos que solo son un cuadro en la edición de esta película emitida por las ventanillas de un tren: niños arrojando piedras a los vagones, bichos con sus ojos linternas, ríos salvajemente construidos, milanesas fermentadas, el chico gay del balde azul y sus guantes amarillos que limpian el baño, un niño accidentado que mancha con su sangre las botellas, las bolsas y los zapatos, un grupo de boys scouts, un hombre de saco pidiendo colaboración en nombre de un grupo de desamparados, manzanas como grifos de agua, heladeros que no parecen vendedores de helados Picolé, los Ferreira o Norma y sus hijos, la tía Encarnación o el tío Tito o la voz baja de la abuela llamando pájaros o una estación de cualquier mundo, fuera de este mundo.

La hégira de Mesopotamía junto a los hinchas del popular club Chacarita Juniors, que dan el carácter de devoto a esa ceremonia religiosa que es cruzar miles de kilómetros en estos retorcidos huesos de hierro buscando la mano bendita de “Gauchito” “Entonces entre la muchedumbre que desciende tres imágenes de Gauchito van de hombro en hombro y todos se reconocen, y la pasión los une a esperar un micro hasta el santuario y peregrinar siempre en nombre de otros. Porque sus nombres están olvidados porque la fe los deja ciegos. Porque a veces dar la gracias, a veces es costumbre”

Durante todo el viaje habla del peregrino, de un acompañante, de quien quedó en el andén, de quien llegará a su encuentro cuando el recorrido acabe, ese otro yo que busca salir o diluirse en el nuevo mensaje humano “El viaje incesante de buscar un nombre. La necesidad de nombrarlos… un nombre, para decir la identidad, que nos han robado” para más adelante proseguir “el rostro se refleja en el vidrio de la ventanilla. Ambas nos miramos. En la miseria de estos huesos flacos, en el movimiento continuo del vagón, en esta triste cuna del rincón olvidado, sintiendo el hombre que crece dentro de las tripas”.

Este es un viaje lleno de dolor, miseria, infiernos, pero siempre hay un espacio para invitar al “muerto” a buen relajo… el Entrevagones, digno nombre para un bar en un tren que atraviesa la itinerario de la vida, ofrece el aire que allá dentro está viciado por el calor, es la zona para vivir la palabra, conversar de fútbol, fumar, hacerte el macho o tomar vino. Son pasajeros entregados a la experiencia de la vejez del tren, pero como siempre es el destino quien cobra la cuenta.

Se bajan los conocidos, los que conociste y los por conocer, muchos no llegan al final del viaje. Las miserias y sus brazos, -dice la Zurano- son brazos que entran y mendigan, son estás manos que me cuelgan de los hombros, son los hombros que llevan y arrastran, es el peso infinito de comprender que los objetos se gastan, que la ropa se hace harapos y siempre son los harapos colgados de la soga”.

Cuando el otro yo se entrega a si misma, deja en claro su propia despedida “Déjame que estruje junte a mi pecho la desolada idea de no volver a vernos nunca más. Esta flor desmayada en la forma cilíndrica de mis manos, es la triste oración que me queda para traerte a la memoria. No volveremos”. Y prosigue “Llevo dentro de una pequeña caja la luz menguante de la luna de esta niña que he buscado por los trapecios de la infancia”.

Pero la despedida trae el renacimiento buscado “Dejaste un caracol sobre mi pecho para que en su recorrido marcara los límites donde se fundaría mi pueblo…Ese es el diminuto espacio donde un pueblo fundo mi pecho”.

El final es una visión de nostalgia sobre lo experimentado en este viaje de los santos y el demonio, con manos harapientas y encostradas, con dolor de gente que habita los entre espacios del recorrido y no sabemos si fueron ciertos o partes de nuestro sueño “Es así como poco a poco vamos separándonos cuando creíamos haber llegado y descendemos. Aún las mariposas agonizan, moviendo en forma lenta las alas. Despacio el ala recorre el aire donde vuelve a olerse el perfume triste de la despedida”

Un heladero sin cara de vendedor de helados Picolé me dijo haber visto a la Zurano camino a la Estación Mapocho. Dicen que fue a dejar a Huidobro con destino a Cartagena, el poeta todavía no pierde la costumbre de ir a dejarse rosas negras los domingos.

martes, 12 de febrero de 2008

Adiós al "Gran capitán"

Se trata del convoy en el que hace pocos días unos 500 pasajeros vivieron un calvario. La empresa TEA, que explotaba el servicio, lo suspendió tras recibir una notificación notarial de otra firma del sector.

El tren "El Gran Capitán", que unía Buenos Aires y Misiones, dejará de circular después que la empresa Trenes Especiales Argentinos (TEA), operadora del servicio, recibiera una notificación notarial, según informaron voceros de la firma.

Por medio de la notificación, la firma ALL Logística Mesopotámica, que entre otros insumos provee de las locomotoras, (le) impide a TEA circular en las vías concesionadas a la misma "y que se suministre material tractivo, a partir del día de la fecha", según reveló un comunicado de prensa oficial difundido por la agencia DyN.

La interrupción del servicio fue decidida por ALL -según la información proporcionada por TEA- "en virtud de orden impartida por la CNRT dependiente de la Secretaria de Transporte de la Nación".

El Gran Capitán, el servicio que unía la estación porteña Federico Lacroze con la ciudad de Posadas, sufrió varios trastornos y varamientos desde que fue reinaugurado en 2003 tras más de una década de estar cerrado. El último antecedente es la odisea sufrida a partir del domingo pasado por 500 pasajeros que viajaban a Buenos Aires.

El trayecto previsto para alrededor de 26 horas -el tren recorre unos 1.200 kilómetros a un promedio de 50 kph por el mal estado de las vías- se cumplió en unas 46, con perjuicio para los pasajeros que pasaron situaciones de hambre y sed, aunque luego se vieron retribuidos con la totalidad del costo del pasaje, tras la gran repercusión mediática que tuvo el hecho.

En ese momento, la Secretaría de Transporte difundió que el servicio no tenía autorización del Gobierno Nacional para funcionar, sino un permiso precario extendido por la Provincia de Corrientes, y que el proceso de licitación del servicio que se había abierto desde la Nación estaba suspendido por una acción judicial emprendida por la empresa TEA.

Noticias actuales sobre el tren El Gran Capitán publicadas en 26 noticias

CUANDO VIAJAR NO ES UN PLACER...


El "Gran Capitán" tardó unas 47 horas en hacer el trayecto Posadas-Bs. As.

La formación, que debía haber llegado a la Estación Federico Lacroze este lunes, arribó a las 18 horas tras sufrir reiterados desperfectos técnicos durante el viaje.


Tren Gran Capitán
Tren Gran Capitán


El tren Gran Capitán tardó 47 horas en hacer el trayecto Posadas – Buenos Aires. El arribo a la estación Federico Lacroze se produjo a las 18 horas. La formación había partido de Posadas el domingo y debía llegar el lunes a Capital Federal. Este martes permaneció durante unas horas en la localidad de Basavilvaso, debido a un desperfecto técnico. En protesta, un grupo de pasajeros prendió fuego delante de la formación.

El gerente de relaciones institucionales de TEA, Fernando Gómez, señaló que el tren había partido "en horario" desde Posadas el domingo a las 19,50, con más de 500 pasajeros, pero durante el trayecto "debió cambiar de máquina cuatro veces, debido a que cada una de las locomotoras que se acoplaban a la formación, sufría algún tipo de desperfecto".

La Secretaría de Transporte de la Nación aclaró que "este servicio prestado por Trenes Especiales Argentinos, concesionario de la provincia de Corrientes, contó con un permiso de carácter provisorio y precario, otorgado a la citada provincia, hasta tanto se efectuara el correspondiente llamado a licitación".

A través de un comunicado expresó que "la Secretaría de Transporte llamó a licitación pública nacional e internacional el 21 de marzo de 2005 y que pese a que TEA no participó de ese proceso, presentó medidas cautelares ante la Justicia Federal de la Provincia de Corrientes, que "paralizaron indefinidamente el proceso licitatorio".

A raíz de esta situación, la Secretaria de Transporte "deslinda responsabilidades del Gobierno Nacional en las irregularidades del servicio" y hace responsables de lo ocurrido a la Provincia de Corrientes, a la empresa TEA y al Juzgado Federal de Primera Instancia de la Provincia de Corrientes.

La empresa Trenes Especiales Argentinos (TEA), a cargo del servicio, responsabilizó de lo ocurrido a la concesionaria brasileña América Latina Logística (ALL), de la cual dependen el mantenimiento de las vías y la provisión de tracción para la formación.

"Nosotros -dijo Gómez- tenemos un convenio firmado con ALL por el cual deben proveernos de las máquinas para cumplir con el servicio, pero ese convenio se cumple a medias ya que las máquinas que nos entregan no siempre están en las mejores condiciones, como sucedió en este caso", dijo a Télam Gómez, de TEA.

Gómez afirmó que "ALL no solo debe ocuparse de brindarnos esa asistencia, sino además de reparar y realizar el mantenimiento de las vías, algo que está especificado en la licitación nacional del ramal, del cual ellos son adjudicatarios, pero tampoco cumplen con eso".

Noticias actuales sobre el tren El Gran Capitán publicadas en Clarin

TRISTE FINAL PARA UN MEDIO DE TRANSPORTE QUE SIEMPRE LEVANTO POLEMICA

El "Gran Capitán", que tardó dos días desde Misiones, ya no circularía más

Desde 2003, cuando volvió tras 12 años, este tren tuvo todo tipo de problemas.

Fue en setiembre de 2003 que volvió "El Gran Capitán". Hubo festejos y mucha emoción contenida de tanto extrañar (casi doce años) a la formación que unía la Capital con Posadas. Pero la ilusión fue de los más efímera. Desde el vamos el tren tuvo todo tipo de problemas. Esta semana -tras un piquete de pasajeros indignados por un atraso de casi veinte horas- hubo una presentación judicial y el tren dejaría de circular.

La orden partió de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT), que argumentó que hay medidas judiciales que impiden la circulación del tren, ya que "no cuenta con la autorización correspondiente por parte del gobierno nacional, situación que la justicia aún no ha resuelto". La empresa que opera este servicio desde su regreso hace algo más de cuatro años es Trenes Especiales Argentinos (TEA), que el viernes recibió una notificación notarial de parte de la concesionaria de las vías, American Logística Latina (ALL), a pedido de la CNRT.

"TEA considera esta medida una nueva arbitrariedad e ilegalidad. Lo actuado en forma caprichosa y en reacción desproporcionada, dejando sin transporte a miles de usuarios y causando un gravísimo daño a una empresa PYME nacional que emplea a muchos argentinos, no hace sino confirmar lo denunciado", arguyó TEA en un comunicado.

La historia es así: el tren empezó a circular con un permiso precario otorgado por el gobierno de Corrientes, que venció enseguida, pero, desde entonces, la empresa no hace más que presentar amparos judiciales a los que les hace lugar un juez federal de Corrientes. "Desde 2005 llamamos a licitación para poner en funcionamiento el tren Buenos Aires-Posadas, licitación que fue permanentemente obstruida a nivel judicial por parte de la empresa TEA", denunció el secretario de Transporte de la Nación, Ricardo Jaime.

"Vamos a cumplir tres años que estamos con medidas judiciales, y en estos momentos estamos esperando que la Cámara de Apelaciones tome en cuenta la presentación en la cual manifestamos que es una facultad del gobierno nacional realizar el llamado a licitación para un corredor interburbano", dijo Jaime. Hasta tanto el juez no falle, el tren circulará. Después será el final.

Lo cierto es que la suspensión de "El Gran Capitán" traerá una gran complicación a las personas que deben hacer el recorrido de 1.100 kilómetros: el tren -con capacidad para 800 pasajeros- tardaba casi 30 horas (si todo salía bien) y costaba 39 pesos la categoría turista. En cambio, si la gente se toma un micro, el servicio tarda entre 12 y 13 horas, pero cuesta 136 pesos un pasaje semicama, que es el más barato. El avión, que llega en un par de horas, cuesta unos 630 pesos.

Texto de Presentación de Gregorio Angelcos

escrito por Gregorio Angelcos

viernes, 01 de febrero de 2008

Todo análisis poético tiene un carácter interpretativo y esta es una limitación de la crítica literaria. Sin embargo este mismo factor limitante permite que se abran distintas lecturas sobre un mismo texto, y por tanto, un solo texto puede resistir una cantidad de análisis que pueden llegar a ser ilimitados.


Claro está cuando el texto es esencialmente poético, y desde este género es capaz de representar simbólicamente una realidad que, por una parte es extemporánea, y por otra deja de serlo, cuando el poeta se filtra por una ventana cruzando la línea divisoria entre lo objetivo y lo subjetivo, y logra plasmar en su conciencia, y en sus emociones, una verdad que parece indescriptible por lo patético de sus imágenes, pero que la poeta la hace trascender, incorporándola a un espacio donde hace coexistir la desesperanza con los sueños, describiendo un lógico devenir del tiempo aunque por momentos su relato sea atemporal y se sitúe fuera de él.

He señalado dos conceptos para referirme al texto poético de Valeria Zurano, relato y atemporalidad. A través del primero la poeta narra en prosa un viaje en tren, poetizando el tránsito interno y externo del Gran Capitán, desde su interior percibe el paisaje, una secuencia fotográfica que capta con el lente de sus pupilas, y se desborda con el registro que quedará habitando en su conciencia, durante un tiempo indeterminado para ir dándole la fisonomía estética que requiere como proceso esencial un texto poético que en este caso es no tradicional.

Luego, como pasajera de un vagón se deja llevar inconscientemente por una línea de acero por donde giran las ruedas de un medio de trasporte pesado, lento, taciturno, que pareciese ser que no tiene prisa, después de todo, reitera permanentemente el mismo recorrido en forma anodina, es la rutina de un viejo cuyo destino trágico y mecánico es la muerte. Aquí Valería se contacta con una marginalidad que oscila entre la tristeza y el delirio, grupos de seres humanos que se trasladan en busca de un mito. Cada situación esta determinada por un ritual, por uno que otro suceso mágico, y en el intertanto, la aprehensión de esa realidad esta destinada a convertirse en poesía.

El segundo concepto que está presente, y se reitera en el relato poético es el del tiempo, cito algunos versos de la poeta:

El tren se va pero siempre regresa, duerme, desaparece, para convertirse en un fantasma

Perdemos conciencia del tiempo


En la transparente hora de la siesta nos derramamos en las gotas del sudor que nos obliga a invocar creencias de otros mundos


No has podido encontrarme porque permití que mi presencia se filtre por esas pequeñas e imperceptibles fisuras del tiempo


Hay una relación analógica de la poeta con Jorge Luis Borges, porque vive por instantes fuera del tiempo, son ambos en gran medida atemporales. Como Borges, la idea es vivir fuera del tiempo, aunque desconozco si Valeria lo percibe racionalmente.

Borges siempre pensó que podía deshacerse del tiempo cronológico, para darle sentido a su existencia en un tiempo que Octavio Paz definió como el tiempo de la conciencia. Claro esta que Borges al reflexionar sobre el tema señaló: “Pero no sé si es posible, aunque dos veces en mi vida yo me he sentido fuera del tiempo. Pero puede haber sido una ilusión mía: dos veces en mi larga vida me he sentido fuera del tiempo, es decir, eterno. Claro que no sé cuánto tiempo duró esa experiencia porque estaba fuera del tiempo. No puedo comunicarla tampoco, fue algo muy hermoso”.

El Gran Capitán es un viaje a la eternidad, y más que una crónica de un viaje al litoral, es una viaje al centro del hombre, a la constatación de que a pesar de las modernizaciones sistémicas, la vida de miles de seres humanos, es paupérrima, inconscientemente dolorosa, de tránsitos rutinarios, donde el destino final es el no destino, no llegarán a ninguna parte de su propia existencia, la vegetatividad los conduce hacia un terminal donde la muerte los está esperando para brindarles la paz y el silencio, tal vez el equilibrio que neutralice el pesimismo o las pasiones artificiales que se confunden con la felicidad; aunque las carencias continuarán limitándolos en este espacio donde la comunicación se interrumpe, incluso con Dios, porque la antropología que construye los mitos con sus respectivos rituales también ha desaparecido.


Hay en este relato poético una atmósfera de tristeza, tal vez este sea otro concepto que se desprende del texto, la tristeza es una de las emociones básicas del ser humano, junto con el miedo, la ira, el asco, la alegría y la sorpresa. Es un estado afectivo provocado por un decaimiento de la moral. Es la expresión del dolor afectivo mediante el llanto, el rostro abatido. A menudo nos sentimos tristes cuando nuestras expectativas no se ven cumplidas, cuando las circunstancias de la vida son más dolorosas que alegres. Y aunque en este viaje hacia a la ciudad de Posadas en la Provincia de Misiones, nadie llora, con excepción de los niños, sus pasajeros dejaron de volar, perdieron su ingravidez y se desplazan con sus rostros abatidos y resignados por una suerte a la que fueron sometidos y de la que no podrán escapar jamás. Por instantes este viaje me recuerda otro que ocurre en el clásico cuento La bola de cebo de Guy de Maupassant, emblemático autor del siglo diecinueve.

La poesía del Gran Capitán es corte realista intervenida por lúcidos intervalos de ficción.
Todos los días nace un poeta pero muere al día siguiente, porque aunque tratan de decir o de percibir, se entrampan con sus limitaciones en el uso del lenguaje, o quedan atrapados entre sus lugares comunes que son parte de las simplezas necesarias, pero que morirán y serán enterradas en el cementerio de la intrascendencia.

Otros se embarcan en un viaje para introducirse en los laberintos de la muerte, y se desplazan a través de sus imágenes y de su lenguaje para encontrarse con la vida: Curiosa paradoja.

El viaje de Valeria en el tren más triste del mundo es único e irrepetible, fue una evolución hacia la nada, porque sus pasajeros se perdieron entre la nebulosa absurda de la realidad, pero quedaron inscritos en el texto para convertirse en seres dotados de eternidad.

En este caso la poeta es el guardián del mito y de la imagen hasta que lleguen tiempos mejores, que no llegarán, porque el Gran Capitán dejo de transitar sobre los rieles oxidados de su ruta, y quedó abandonado en la estación desde donde Valeria lo abordó para atravesar el umbral del silencio y avanzar hacia la Estación de Castelar, donde seguramente la esperan nuevos proyectos poéticos.

Publicado en El Clarin de Chile el 1 de febrero de 2008.-
http://www.elclarin.cl

Texto de Presentación de Silviana Riqueros

Valeria Zurano, llega a Chile con su Literatura cargada de poesía, una prosa que fluye como el viento en los pastizales, llena de imágenes y sugerencias poéticas que llevan al lector a un sueño dentro de otro sueño siguiendo un mundo de sensaciones y pasos entre estos sueños que llevan a lo poético como sustento del texto a lo largo de su lectura. Es así que el viaje transcurre en la Mesopotamia Argentina, uniendo pueblos y provincias, nombrando lugares específicos que pueden ser cualquier lugar dando así referencia a un espacio en el cual transcurre el viaje, inhóspito, sin agua y sin luz en dos días que pueden ser infinitos, compartiendo el dolor, la miseria del hablante y de los otros que también pueden ser solamente uno o todos los seres que penetran en el narrador quien toma una postura universal, entonces, puede ser el mismo Dios. Un hombre es todos los hombres, un sueño propio del hablante lírico que entra en otro sueño y así pasa de un tiempo a otro. ( Me recuerda a Borges).
Los niños que son la esperanza de cualquier mundo, dibujan las imágenes de la miseria; esa precariedad injusta que toca la sequedad de sus bocas en el afán de aquel destino lleno de rabia y mugre pegada a la piel, en los brazos cansados, en las miradas.
El tren es la vida misma que comienza y llega a su fin encontrándonos en este viaje interno- externo de la poeta llevándonos a lo ineludible: estamos solos frente a un final inminente, el mismo para todos.
La sequía representa a la sequedad del espíritu del mundo que rodea a esta vida-tren que representa un universo que se agota, siempre desde el fondo, esperando que algo suceda, la lluvia o la ilusión de regocijarse entre el agua, limpiarse, renacer a partir del recuerdo nostálgico de nuestros antepasados. La narradora le habla a otro, a otra, a Dios, a la despedida que siempre ha de llegar en soledad.
En el tren no hay agua, desesperación; dos manzanas de las cuales los niños pueden humedecer sus secos labios ante la imposibilidad de las madres por darles lo que requieren, lo mínimo para la vida, el agua, o el jugo de una fruta para soportar lo que vendrá. Mujeres, niños, hombres en la angustia que provoca desolación, el recorrer del tren cargado de sed, sonrisas a medias, gritos desde un fondo desconocido, mugre.
El partir, quizá huir como solución. Pero ¿A dónde ir? , a las piedras y a la tierra reseca, baldía que traga a los pasajeros que se adentran en ella, que pasan o suben o bajan, o los rezagados que suben al tren en marcha, colgando. Cito: “la entusiasta procesión del partir” o “nadie duerme en la intersección de los vagones, nadie”. Nadie puede estar apretado por la muerte o la vida al mismo tiempo, es lo uno o lo otro no hay otra opción.
El abandono está presente, el hablante está abandonado en este tren, aquí están todos los abandonados del mundo, niños de hambre, papilas secas. La fragilidad del cuerpo frente a la muerte-vida, el tren que no llega nunca, la fragilidad de los niños, de la tierra sin agua, de un dolor que no cesa; la naturaleza del ser humano que “conspira y se venga” entre bultos, ventanas, botellas, pueblos.
Lo argentino, su identidad , está presente ya sea en el matecito, el picolé, la pava, siempre desde la nostalgia envuelta por la sequedad dentro y fuera que se padece, se desmorona la ilusión en una atmósfera amenazante y desolada.
Valeria nos hace sentir ternura, asco, piedad que toca a la repulsión con esas moscas que se posan sobre los niños en un tiempo detenido pero en movimiento, la paradoja de la vida, el tren que pasa y somos los mismos. Lo circular, el viaje de ida y vuelta o sin retorno como desde la vida hasta la muerte, o la estación que puede ser otra, un recuerdo dentro de un sueño en un tiempo siempre implacable.
La naturaleza como esperanza y belleza, regocijo en los pastizales o la lluvia que no llega me remite a Whitman con esa tierra y cielo que nos rodean con su hermosura, la promesa de la salvación, porque la familia o alguien que nos espera, o aquella con los ojos vacíos, abandonada en un andén.
Todo apunta hacia un final inminente que se une con el comienzo en las palabras tratadas de imagen en imagen, de bellas cadencias que son música , deleite para el lector que también va en el viaje de la miseria, de la que sueña con un pasado, con un cambio talvez dentro del sueño de otro, o el propio.
Tiempo y espacio se mezclan en el agrado que me provocó esta lectura del Gran Capitán destinados todos a un fin, a un destino que no da tregua, en un Sur, en un viaje del cual vamos o regresamos, solos.

Silviana Riqueros
Enero del 2008

Presentación en la Sociedad de Escritores de Chile


La presentación de El gran capitán se llevó a cabo en la casa de la Sociedad de Escritores de Chile (Sech) el día 30 de Enero de 2008.

Pronunció unas palabras de inaguración el escritor y presidente de la Sech, Reynaldo Lacámara.

En la mesa de presentación comentaron el texto los escritores; Enzo Borroni, Silviana Riqueros y Gregorio Angelcos.

Ha realizado la presentación del evento el escritor Eduardo Robledo, habiendo musicalizado el escritor y músico Pancho Carrasco.

Algunos poemas del libro

En nombre de quienes lo único que tienen es hambre explotación enfermedades sed de justicia y de agua persecuciones condenas soledad abandono opresión muerte. Yo acuso a la propiedad privadade privarnos de todo.

Roque Dalton


Esa tierra de nadie que dormita alrededor de las estaciones…

Aquellas monedas que me envolviste en tu pañuelito rosa con flores,
monedas para el viaje, yo no quería conocer otras cosas, ir en tren por el campo, escucha, escucha: las monedas, el viaje que somos los muertos, tendríamos que sonreírnos todavía,…

Arnaldo Calveyra



Es difícil comprender lo que los parlantes anuncian cuando las horas de espera parecen reírse de nuestra sangre que fluye, en los golpes de la rabia, dejándonos sordos.

Las cartas del azar intentan jugar la suerte del viaje, como si fuera el destino que aún les perteneciera, cuando el destino ya está en otras manos.

Pasa una carretilla chillando con olor a grasa añeja en los engranajes. El ir y venir marca un tiempo.
Al final del andén descargan las cajas para la bodega. Sobre las vías destellos de chapitas parecen piedras preciosas, emergiendo en un fondo de granito, que nos guiñan a veces, y nos dejan perplejos, observando ese mundo de durmientes.

Nuestro mundo.

*****

De una vez y para siempre nos miraremos en el espejo de la historia, para comprender que nosotros somos los que hemos de viajar con las migajas, y en las rocas encontraremos grabados nuestros nombres; debajo del olvido, porque somos los que en silencio, hacemos girar esas piedras.

*****

Es medianoche y se organiza una tácita carrera por el agua.
Los insectos entran por las ventanillas. Hay ojos afuera, entre los plantíos. Hay voces que vienen desde la oscuridad del campo.
De un vagón a otro pasan los niños llevando sus gritos agudos, mientras baja la intensidad de las luces y las mariposas nocturnas desesperan, y las mujeres gritan, y los niños aplauden con esas manitos mugrosas, y las chicharras se chocan contra los ventiladores y caen sobre algún pasajero que duerme, aunque le pisen los pies y se lleven por delante el brazo que incurre el peligroso límite del pasillo.

Perdemos conciencia del tiempo.

Algunos duermen en las piletas de acero inoxidable.
Algunos dormitan sobre hombros ajenos y se les cae la cabeza y no se sabe qué hacer con la cabeza.

*****
Los hierros del puente crujen, pero una brisa fresca viene del río y nos acaricia. El tren pasa lentamente, casi en puntas de pie, haciendo equilibrio sobre los rieles.
Se hace un gran silencio y todos miramos hacia abajo, se unen las exclamaciones, mientras el río pasa salvaje y parece revolver aún más su esencia, fabricar nuevos remolinos, atrapar grandes ramas en corrientes, volverse más barroso y espeso, y zumbar muy fuerte su música, hasta dejarnos sin palabras.

*****
Norma abre una bolsa. Los niños esperan. Le preguntan si falta mucho. Ella dice; que en cualquier momento llegan, que la abuela los alcanza en Paso de los Libres. Los niños se alegran, también me alegro.

El olor a milanesa fermentada impregna el aire. Cada uno, come su ración en silencio, y ella les dice; que también hay manzanas. Y sigue revolviendo. Se escuchan sonidos de miles de bolsas. No quita los ojos grandes y oscuros del fondo. Tiene las manos delgadas pobladas de costras, cansadas de llevar, atadas siempre atadas.

Ahora, los niños piden agua, tienen sed. Ella les dice: tomen el jugo de la manzana.

Los niños entienden y dejan de pedir.

*****

He perdido la lucha cruel entre mi esqueleto y esta mugre insoportable que se adhiere y se incrusta como la peste.
Apenas una gota se hace barro.
He perdido los zapatos en mi propio desorden y dos naranjas que han escapado de una bolsa rodando por debajo de los asientos.
Apenas dos naranjas se hacen ausencia.

He abandonado este cuerpo a la fiebre de la peste, a los pies descalzos, a añorar esas naranjas.

*****

El sol cae en los campos. Las vacas se consienten bajo la copa de un árbol. El único árbol visible en la inmensidad de los pastizales.
La vida desde una ventanilla.
Asomo el rostro cada tanto para empaparme con un poco de viento. Me gusta cuando siento la mugre en las grietas de la piel.
El sol cae sobre el cansancio de las caras. Hay un agotamiento tan intenso en el aire que los cuerpos comienzan a tomar otras formas.
Una bandada de aves blancas nos acompaña durante unos minutos y luego suben, y se pierden en las nubes.
La vida desde una ventanilla siempre es nostalgia. Y las vacas y ese árbol y este tren en esta tierra.

******

Llegaron a destino. Norma con sus hijos se pierde atravesando la desolación de la plaza. Una mujer diminuta de pelo blanco la espera. Los perros azules del calor festejan esa presencia. Se abrazan. Los niños hacen una ronda entre sus piernas y las envuelven como si fueran pétalos blancos de una flor que se construye con el movimiento.
Voraz, el pueblo se los lleva.

******

En otra estación olvidada y silenciosa, un perro duerme. Las moscas rondan su siesta, esas mismas moscas, se posan en las manos pegoteadas de un niño que pide.

Esa misma siesta de calor y pesadumbre inventa mis ojos.

El silbato suena. Nadie quiere subir, solamente las moscas, que siguen hasta la primera oleada de viento.

******

La miseria son brazos que entran y mendigan, son estas manos que me cuelgan mugrientas de los hombros, son los hombros que llevan y arrastran, es el peso infinito de comprender que los objetos se gastan, que la ropa se hace harapos y siempre son los trapos colgando de la soga. La miseria entra en las grietas de la piel, en las muecas, en las uñas; es la falta que justifica los motivos, cualquier motivo.

Hay que engañar el tiempo. Me engaño.

El rostro se refleja en los vidrios de la ventanilla. Nos miramos. Ambas nos miramos. En la miseria de estos huesos flacos, en el movimiento continuo del vagón, en esta triste cuna del rincón olvidado; sintiendo el hambre que crece dentro de las tripas.

*****

Los perros salen de las puertas de los ranchos para torear, y los niños se unen a ellos, agitando los brazos en el aire. Apenas nos alejamos, pero sus sombras y los ecos del griterío nos acompañan, como un recuerdo implacable, como una película que sigue pasando y pasando sobre la franja de la gramilla.

******

El tren arranca sin dar aviso, comienza la marcha. Los brazos se estiran generosos para ayudar a los que quedan abajo. Todos corremos e intentamos trepar. Extendemos las manos buscando otras manos. Hay gritos y una carrera desesperada.
Nadie puede quedarse si no ha llegado al final, si el final no es evidente, y alguno intenta desertar porque intuye que el maquinista tiene el poder de darnos esas alas.

******

El espejo en el fondo de mi plato de pobre. Así, como este que ahora ves, en el lustre de un cuenco, reflejado y distante con algunas cebollas. Así, en las ansias de los que están perplejos mirando las sobras de algún otro plato.

El amor; los huesos bien pelados y blancos sobre el plato ajeno.

******

Los viajes dejan rastros en el cuerpo. Los viajes hacen escaleras y túneles en el alma. Es la sombra de los que se quedan, lo que nos acompaña. Es el recuerdo de la distancia, que luego sigue pasando y pasando como el agua, como las nubes sobre nosotros.
Nuestras vidas; viajes con destinos premeditados, para los habitantes del Sur.

lunes, 11 de febrero de 2008

Prólogo del libro por Aristóteles España

El libro “El Gran Capitán” (Crónica de un viaje al litoral), de la escritora argentina Valeria Zurano es un viaje a través del tiempo, a partir de cualquier lugar, desde el centro mismo de un territorio que puede ser “ Paso de los Libres” , una ciudad trasandina en la provincia de Corrientes fundada por el general Joaquín Madariaga en 1843 o el viaje en tren desde Santiago a Temuco, por ejemplo, con niños nerudianos en los andenes, vagones llenos de fantasmas que Valeria Zurano los atrapa e instala para siempre en sus poemas; una crónica luminosa sobre la historia más reciente de su país personal.
La joven artista crea un imaginario donde la llanura y el cielo se juntan en un espacio poético habitado por un tren, un incendio, ruidos de pastos, ojos que saltan de un lugar a otro y de fondo, el mundo real de los seres que viajan hacia sus pueblos o regresan de horizontes llenos de miedo y angustia.
Durante este viaje, el hablante de la autora conversa con un personaje desconocido que puede ser un amante, o el mismo Dios que ella ha creado para acompañar su poesía en el vertiginoso trayecto hacia lo desconocido.

Realidad y ficción se cruzan en este texto con hinchas del equipo de fútbol argentino Chacarita, enigmáticos boys scout, un chico gay que limpia los baños con guantes amarillos, seres de humo, carne, huesos, con los cuales atraviesa la Mesopotamia de su país, una zona geográfica que comprende las regiones de Misiones, Corrientes y Entre Ríos, compuesta por esteros y selvas, que los sacerdotes jesuitas hace varios siglos entendieron como un país vasto lleno de complejidades y poesía.
Este poema – crónica - posee referencias culturales propias, otras del poeta salvadoreño Roque Dalton, de Arnaldo Calveyra, poeta nacido en Entre Ríos quien se radicó en París en los años 60 a construir una obra literaria llena de recogimiento y de gran parte de la poesía argentina de los años 80, desde Jorge Boccanera, Diana Bellesi, Juano Villafañe, quienes trabajaron y lo hacen con un discurso factual lleno de datos anecdóticos y culturales, hasta Laura Klein, Susana Villalba, Patricia Díaz Bialet, donde la tensión lingüística va acompañada de otra intensidad más dura: la emoción.
Otro elemento importante es el silencio. Más que la palabra, es el silencio en la poesía, lo que históricamente conmueve a los lectores de este género. Y el valor mayor de este libro es que se va narrando todo lo que ocurre en el viaje y que sólo una mentalidad contemplativa como la de ésta poeta puede lograr. Miserias, dolores, instantes de magia, vino tinto colgando de un puente que no existe. Pasillos oscuros donde alguien duerme soñando con la muerte.

Descifrar los códigos religiosos, como la figura religiosa popular de El Gauchito, las estaciones de Villaguay, Apóstoles, siempre en la Mesopotamia argentina, con las tripas que suenan por el hambre del viaje hacia el país de nunca jamás, es un trabajo bien logrado que da cuenta del oficio, y de lecturas bien asumidas, no sólo de los clásicos contemporáneos sino de la poesía escrita en castellano en las últimas décadas.
Su obra tiene personalidad propia, y un aire intimista que conmueve por la solidez de su propuesta escritural y temática.


Aristóteles España
Santiago de Chile, diciembre de 2007

Fue editado en:
http://www.panoramacultural.net
http://www.elclarin.cl
http://lapatadeliebre.cl




Diseño del libro por Gaby Matas